Tras su debut en 2011, el canadiense mostró esta noche sus avances y estancamientos en un repleto Estadio Nacional, donde el griterío devoto también derivó en momentos de verdadero peligro.
De esto ya sabía Justin Bieber: Un Estadio Nacional repleto, chillidos por montones por parte de sus fans chilenas, cuotas de locura y peligro, y escenas de histeria en los distintos puntos del acotado mapa de su recorrido por Santiago. Todo eso es lo que vivió el canadiense en 2011, aunque ahora, dos años después, logró lo que pocas estrellas adolescentes: Que todos esos ingredientes lucieran igualados, si es que no superados en esta siguiente visita.
Eso es lo que ha ocurrido desde que el cantante pisara suelo chileno en la madrugada del lunes, aunque el clímax se timbró esta noche en el recinto de Ñuñoa, donde el intérprete de "Baby" juntó a 50 mil personas para formar parte de su segundo show en el país, ahora con dos álbumes bajo el brazo.
Pero que el tiempo ha transcurrido es evidente, y de ello no sólo dan cuenta los centímetros de altura adicionales y las mayores horas de gimnasio que Bieber luce, sino también un desplante escénico que evidencia que el muchacho al menos ha hecho esfuerzos por dejar atrás al fenómeno (cosa que aún es), para avanzar en la senda de la profesionalización.
Así comienza a quedar claro desde la apertura cerca de las 21:50 horas, tras una cuenta regresiva en pantalla y un irrelevante teloneo de la también canadiense Carly Rae Jepsen. Acompañado de un grupo de bailarines, Justin Bieber apareció entonces sobre el escenario, para desatar el delirio de sus seguidoras (ya no tan pequeñas), hasta hacer apenas audible la largada con "All around the world".
Con resabios de eurodance, la canción recrea un molde ad hoc con el carácter que intenta mostrar el Justin Bieber modelo 2013, ése que ya sabe de polémicas de sábanas y escándalos en hoteles. De este modo, los sonidos maquinales se apoderan de la atmósfera, mientras el cantante baila con gafas de sol, futurista vestuario blanco y rostro impenetrable, al tiempo que practica un más que evidente playback.
Es la receta para sostener una puesta en escena de canto y baile, área en la que Bieber muestra sus avances, y donde sigue en la medida de lo posible las enseñanzas del que sin duda es su mayor referente, Michael Jackson. Las canciones del "rey del pop" ya habían rellenado buena parte de la espera, y su huella vuelve a hacerse sentir en un tema como "Catching feelings", que se rige por la lectura del r&b hecha por el fallecido artista, y en el que el canadiense sí muestra en directo sus argumentos vocales, tal como en otros en los que la exigencia física disminuye. Es el caso de "Be allright" y el breve segmento que regala guitarra electroacústica en ristre.
No será la única vez que el cantante se ponga tras un instrumento: En el epílogo de "Beauty and a Beat" demuestra su habilidad en batería con un correcto solo, mientras el escenario de dos niveles luce todos sus recursos, incluyendo una gran pantalla de fondo, ocho modulares en primer plano y ajustadas cuotas de pirotecnia.
Todo es parte de un libreto invariable que la gira sigue en una estación tras otra, y que contempla repasos audiovisuales por la infancia y la escalada a la fama de Bieber, además del ascenso de una fanática a escena en "One less lonely girl" (la afortunada de turno fue la joven Romina Aliaga) y la aparición a torso desnudo para "As long as you love me", ya en la recta final.
El griterío, para entonces, llega a niveles máximos, y todo adquiere tintes de peligroso desenfreno antes de "Boyfriend", cuando una estampida que buscaba pasar de la Tribuna Pacífico a los sectores preferenciales llevó el riesgo a tope, con decenas de adolescentes al borde de la asfixia y otras tantas extraviadas de sus padres y acompañantes. A causa de ese incidente, alrededor de 30 personas debieron ser atendidas en primeros auxilios, que se sumaron a las cerca de 300 que en total llegaron a los tres puntos de atención en cancha.
Luego de ese peak de tensión, la adrenalina no descenderá demasiado hasta el final con "Baby", primer éxito mundial que el canadiense patentó cuando era un auténtico imberbe, la imagen que hoy precisamente busca dejar atrás.
Fuente: LaSegunda